El Centro de Estudios
Lingüísticos y Literarios
en el comienzo del nuevo Siglo

Quizá se pueda afirmar que todo centro de investigación consciente de su historia y del prestigio que ha heredado se plantea siempre, y de manera más o menos aguda, cómo continuar una tradición bien valorada a la vez que cómo inaugurar o adentrarse en el estudio de nuevos temas o en el planteamiento de nuevas concepciones para estudiar fenómenos complejos. Si uno desea considerar la historia del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios en sus 53 años de existencia, puede hacerlo desde dos perspectivas diferentes: la de la evolución de los estudios filológicos hacia la profesionalización en estudios literarios o lingüísticos, y la del paso con que ha ido abriendo campos de investigación y abandonando otros o dejándolos relativamente concluidos.

La filología es un complejo de disciplinas históricas desarrollado desde principios del siglo xix que tiene por centro las lenguas; las lenguas concebidas como textos, como materia prima de las obras literarias, como documentos de un pasado religioso enigmático –los estudios bíblicos, sobre todo a partir del protestantismo–, de una “vida de los pueblos” con el romanticismo alemán de los hermanos Schlegel y Grimm, de una reivindicación de las culturas nacionales, de una genealogía lingüística retrotraída a los albores de la historia.

La obra literaria como núcleo de las disciplinas filológicas y su lengua como materia prima caracterizan, todavía hoy, los intereses filológicos. El Centro fundado en 1947 por Raimundo Lida, pero impulsado por Alfonso Reyes y Daniel Cosío Villegas, nació como Centro de Estudios Filológicos y su actividad tuvo como núcleo a la Nueva Revista de Filología Hispánica (nrfh), heredera espiritual de la Revista de Filología Española (Madrid) y de la Revista de Filología Hispánica (Buenos Aires), dedicada, como todavía hoy asienta en su segunda de forros, a la literatura española e hispanoamericana, a la lingüística hispánica, a la teoría y metodología literaria y lingüística, a la reseña de libros y artículos y a una bibliografía clasificada por materias.

En 1963, cuando El Colegio de México obtuvo el derecho de conceder diplomas de estudios especializados, el centro cambió a Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios y a ocuparse ya no sólo de la investigación y la redacción de artículos, reseñas y notas para la nrfh, sino también de la docencia: se abrió el Doctorado en Lingüística y Literatura Hispánica. “Modernización” de la filología, se podría decir; interés por hacer más explícita la clase de conocimientos que se ofrecían en el Centro, pero quizá también reflejo de un fenómeno internacional, que precisamente alcanzó su culminación en la década de 1960, que consistió en el desmembramiento de la lingüística como ciencia independiente de la filología.

Un diploma de doctorado es el logro máximo de una profesión. Al profesionalizar los estudios que ofrecía, el Centro se comprometía, implícitamente, a ofrecer conocimientos “positivos” que facultaran a sus egresados a ejercer la lingüística y los estudios literarios. La erudición y su lento desarrollo comenzaban a enfrentarse a la demanda de producción y de eficacia. El componente profesional del desarrollo del Centro a partir de ese momento ha tenido un papel insoslayable en su historia posterior.

La lingüística del decenio 1960 dio lugar al movimiento intelectual internacional que conocemos como “estructuralismo”. En Francia, en 1964, se declaró pomposamente a la lingüística “ciencia piloto de las humanidades”; la lectura de los estructuralistas franceses, de Émile Benveniste y André Martinet, de Roland Barthes y Gérard Genette (por nombrar sólo a los más conocidos) influyó de manera determinante no sólo en la lingüística que se enseñaba en el Centro, sino también a los estudios literarios. Éstos abandonaron el acercamiento intuitivo e inductivo de la estilística alemana y española (por ejemplo, la de Dámaso Alonso) y se adentraron en la teorización. La teoría literaria dejó de ser una reflexión sobre el fenómeno literario y se convirtió en un poderoso aparato impuesto a la literatura. En el mismo ámbito no dejaron de tener un papel influyente el pensamiento marxista de Lukacs y las luchas emancipadoras latinoamericanas.

La herencia filológica del Centro fructificó en muchos y excelentes trabajos individuales de sus miembros y en dos investigaciones colectivas terminadas: el Cancionero foklórico de México, en cinco volúmenes, dirigido por Margit Frenk (el último, impreso en 1985) y el Atlas lingüístico de México (6 ts.), dirigido por Juan M. Lope Blanch y cuyos dos últimos tomos están en la imprenta. El Seminario de lírica popular en que se elaboró el Cancionero pasó a convertirse actualmente en la Fonoteca y Archivo del Seminario de tradiciones populares, bajo la dirección de Yvette Jiménez de Báez. El Seminario de dialectología, de donde surgió el Atlas, desapareció.

Los estudios de literatura española, particularmente de la Edad Media y los Siglos de Oro siguen siendo dos temas fundamentales del Centro. Con el paso de los años crecieron las investigaciones de literatura hispanoamericana y mexicana; más recientemente, la obra de los escritores del exilio español y la literatura novohispana se han convertido en otros temas importantes de nuestros estudios literarios. Si el acercamiento filológico es ineludible en los estudios de la literatura antigua, los de literatura moderna dejan en segundo plano el interés lingüístico y, en cambio, destacan otros aspectos de los textos. El peso de la “teorización” se ha venido reduciendo en favor de un apego mayor a los autores, a las corrientes intelectuales en que se sitúan y al análisis de las situaciones sociales y políticas en que se producen algunas obras.

El interés por la literatura novohispana se manifiesta en la investigación colectiva del Catálogo de textos marginados novohispanos (coordinada por María Méndez) y en la colección Biblioteca novohispana, que publica textos y estudios de obras poco conocidas o desconocidas de esa época. Los estudios de autores españoles exiliados en México, coordinados por James Valender, se publican en la serie Literatura del exilio español. Se ha intensificado la investigación y la realización de simposios de especialistas sobre literatura mexicana y sobre literatura rioplatense.

La dialectología, apreciada por Ramón Menéndez Pidal como parte importante de la filología española y núcleo de los estudios del español en Hispanoamérica, no resistió el embate de las corrientes teóricas lingüísticas. Profesores y egresados del Centro se orientaron hacia los nuevos temas que propone la lingüística internacional. Ingresó al Centro el interés por los estudios de la adquisición de la lengua materna, la sociolingüística, la gramática generativa y la semántica formal. Se abrió la puerta a la investigación de las lenguas amerindias mexicanas; el Centro dejó de ser un centro de lingüística hispánica y modificó su doctorado.

La investigación colectiva en lingüística se aglutina ahora, en cuanto al español, en el Diccionario del español de México (coordinado por Luis Fernando Lara), en el Estudio del cambio y variación lingüística en la ciudad de México (guiado por Pedro Martín Butragueño) y en la investigación del uso del español en los medios de comunicación internacionales (encabezado por Raúl Ávila). El primero ha venido a constituir un Seminario de lexicología de prestigio internacional; el segundo, en sus comienzos, aporta una formación rigurosa en métodos y procedimientos sociolingüísticos; el tercero, la colaboración del Centro para mejorar el conocimiento y el uso de la lengua en los medios de comunicación. En cuanto a las lenguas amerindias, el Centro sigue publicando los estudios monográficos del Archivo de Lenguas Indígenas, comenzado por Jorge Suárez y Gloria Ruiz de Bravo Ahuja y continuado por Yolanda Lastra.

Durante muchos años el Centro no tuvo competencia en la República Mexicana. Al constituirse los organismos gubernamentales de administración de la ciencia, el Conacyt y el Sistema Nacional de Investigadores, varias universidades se vieron impelidas a crear sus propios centros de investigación y estudios de posgrado. Ahora hay competencia, en buena hora, y el Centro se ve en la necesidad de reflexionar acerca del objetivo de sus investigaciones y la clase de conocimientos que debe ofrecer a sus estudiantes. La nrfh sigue siendo el estandarte del Centro, aunque dejó de ser su núcleo, debido a los procesos intelectuales reseñados antes. La revista es hoy una de las más antiguas y prestigiadas del campo filológico internacional. Por ello el Centro se esfuerza por conservarla con el mismo nivel de exigencia de calidad que ha tenido en sus 53 años de historia. Los profesores-investigadores promueven sus propios campos de investigación. Si es claro el orden y la lógica de las áreas de estudios literarios, en los estudios lingüísticos se refleja la explosión temática de la lingüística contemporánea y el predominio de corrientes teóricas del extranjero. Pese a ello, en los años recientes se ha procurado definir un pequeño conjunto de áreas de enseñanza que respondan a las necesidades del conocimiento lingüístico en México: se equipó un pequeño pero muy avanzado laboratorio de fonética acústica, que no sólo sustenta el rigor de método, el manejo de herramientas electrónicas y el papel propedéutico que tiene la fonología en la formación de los lingüistas, sino que permite abrir un campo de trabajo casi desconocido en el país, que puede llegar a tener importantes repercusiones aplicadas. Los estudios de adquisición de la lengua materna se están conjuntando en revisiones críticas de la investigación internacional del español, que habrán de fructificar en un programa ordenado de investigación propia. El Seminario de lexicología se ha convertido también en un centro de información sobre el español mexicano contemporáneo e impulsa los estudios y la preparación de terminologías técnicas necesarias para México. El Seminario de tradiciones populares conjunta vigorosamente la tradición de los estudios de lírica popular con la exploración musical de varias manifestaciones tradicionales mexicanas.

Los programas de docencia varían en cada promoción de estudiantes debido a modificaciones introducidas para mejorar su formación. El Centro ha vuelto a propiciar la participación de los estudiantes en las investigaciones de sus maestros, como nos compromete la tradición de El Colegio y el título de profesores-investigadores.

Como centro de investigación, se ha optado por concentrarse en pocos temas, pero hacerlo con profundidad, para poder conservar la vanguardia de los estudios lingüísticos y literarios en México. Mediante simposios especializados e invitaciones para participar en los cursos regulares, se promueve el contacto con investigadores extranjeros y la reflexión crítica sobre los temas que se investigan. En este aspecto la Cátedra Jaime Torres Bodet y el Fondo Eulalio Ferrer son dos patrocinadores muy importantes.

El programa de publicaciones sigue siendo nutrido y vasto. A la colección central, “Estudios de lingüística y literatura”, se han venido a agregar las series y colecciones antes mencionadas y la colección, dedicada a trabajos valiosos de los estudiantes, “Estudios del lenguaje”, de la Cátedra Torres Bodet.

Tres esfuerzos más caracterizan los años recientes: primero, la consolidación de una colegialidad en las decisiones de investigación y docencia del Centro, que asegure la institucionalidad de sus investigaciones y el respeto de los diferentes enfoques de sus miembros; segundo, la identificación de campos de investigación que son importantes para la cultura y para el conocimiento lingüístico de México; tercero, la revisión crítica de las tendencias internacionales de la investigación y de un academicismo autocomplaciente, muy generalizado en el mundo, que tiende a clausurar la comunicación necesaria entre una institución de investigación y la vida pública que la sustenta. Con sus obras, el Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios contribuye a demostrar que, lejos de ser una torre de marfil, El Colegio de México vive con el mismo pulso de la historia y de la cultura mexicanas.