Notas ponencia Fernando Sáez Vacas

 

 

En estas notas nos preguntamos qué papel puede jugar el español en la creación, registro, acceso y circulación de información de alto contenido cultural y científico en Internet. Excluimos de este análisis la obra literaria y los estudios filológicos en lengua española, que, por la naturaleza misma de su expresión informativa, tienen el camino mucho más expedito.

 

En una primera aproximación, concebimos la noosfera como un gigantesco reservorio distribuido, donde el ser humano registra una parte de su creación, sus ideas, sus obras artísticas, sus pensamientos, sus conocimientos en general. Ahí es donde accede también como usuario para alimentarse de esos conocimientos. Desde la invención de la imprenta de tipos móviles, una buena proporción de ellos está registrada en los libros y en sus múltiples derivados. Actualmente, los registros electrónicos y magnéticos están tomando el relevo de los papeles o los complementan como soporte del reservorio. (Véase gráfico dinámico).

 

Así que una forma común que adopta el conocimiento son los símbolos y signos con los que lo expresamos, a cuyo conjunto que, en su extremo material estaría formado por un paquete de bits, podemos llamarlo convencionalmente  ‘información’.  Un usuario podrá acceder a diversos tipos de estos paquetes, armado con un cierto conocimiento previo acerca de la materia de sus contenidos (unos códigos mínimos), y mediante un esfuerzo de descodificación, extraerá de su información todo o parte del conocimiento que ésta contiene. Si la información está expresada en otra lengua distinta a la suya, el usuario estará obligado a un esfuerzo suplementario, más o menos importante, de traducción o descodificación. Como se ve, el conocimiento registrado en el reservorio sólo se convierte en conocimiento en el reservorio personal del usuario, y por tanto en conocimiento utilizable, cuando dicho usuario: a) Conoce lo suficiente de la lengua en la que está representado el conocimiento registrado; b) Conoce un mínimo suficiente del tema tratado; y c) Está dispuesto a hacer los dos esfuerzos necesarios para sendas descodificaciones.

 

Lo que se ha descrito en el párrafo anterior es algo así como el circuito básico simplificado de construcción personal del conocimiento: información/esfuerzo de decodificación/conocimiento. Inmediatamente, se desprende que si el conocimiento del reservorio viniese expresado en la lengua propia del usuario, el español en nuestro caso, el rendimiento de cada circuito que éste pudiera desarrollar crecería espectacularmente. Tratándose de millones de usuarios, cada uno de ellos implementando centenares o millares de tales circuitos a lo largo de su vida, el aumento del rendimiento del conjunto de usuarios podría alcanzar cifras siderales.

 

La noosfera, como se ha dicho, se alimenta continuamente registrando en ella la obra creadora del hombre. Las operaciones de registro son mucho menos frecuentes que las de acceso, aunque la proporción va a cambiar con la popularización de la infotecnología. Puede afirmarse, en todo caso, que, en lo que concierne a los registros más solventes, el español no es la lengua de referencia.

 

El panorama de la noosfera cambia radicalmente al transferirse sus funciones operativas a Internet y a la infotecnología actual. Internet puede ser vista en teoría como la red nerviosa que comunica potencialmente y de forma fulgurante y en principio eficaz todos los reservorios de saber, lo que a la postre podría producir en sus usuarios la ilusión operativa de que todos los reservorios fueran un solo reservorio, un continuo. Desde esta perspectiva, se trataría, pues, de tejer o adensar una red en español dentro de la Red, para promover y al tiempo dar la máxima visibilidad y accesibilidad a los mejores reservorios de conocimiento en nuestra lengua.

 

Más que nunca, la economía, la cultura, casi todas las actividades y procesos sociales, dependen del conocimiento, que es hoy la mayor fuente de progreso y riqueza de los individuos y de los pueblos, por lo que optimizar los circuitos de alimentación de las mentes que quieren desarrollarse es asunto estratégico. Indudablemente, para los que tenemos el español como lengua materna, la conexión más fluida con Internet se establece cuando las inforpistas (autopistas de la información) y las neuropistas hablan la misma lengua.

 

Pero no podemos dejar de citar algunas barreras, que no todas tienen que ver con la lengua. En primer lugar, hay una cuestión importantísima de carácter técnico. La información en Internet goza de la propiedad de perfecta accesibilidad sólo en un plano teórico, porque su inmensidad rebaja aquella propiedad en varios órdenes de magnitud. La facilidad con que hoy cualquier internauta puede registrar páginas con toda clase de informaciones o diseminar múltiples copias de la noosfera contribuye a forjar esa inmensidad indiferenciada. El acceso a recursos de información, por tanto, sólo está garantizado cuando el usuario sabe exactamente donde está la información buscada y cuál es su nombre, que tal es el patrón que emplea el usuario especializado cuando se dirige a sus fuentes habituales ya probadas. Entre varios miles de millones de páginas en la Web, dicen que solamente un 15 % son detectadas por los buscadores. Así pues, desde la perspectiva del usuario surgen problemas de localizabilidad y desde el ofertante de información (particular, empresa, institución), problemas de visibilidad. Es necesario desarrollar técnicas, sistemas y herramientas bastante complejos de minería y sintonización de Webs, para movilizarse entre buscadores, portales, directorios, agentes inteligentes, “cookies” y demás artefactos.

 

Citemos ahora un conocido aspecto cultural y técnico que no facilita generalizar la citada conexión material entre inforpistas y neuropistas, imprescindible para las operaciones de acceso y circulación de información, y es la tasa tan baja de uso de ordenadores personales e Internet en nuestras sociedades. Esta circunstancia introduce la necesidad de controlar un nuevo elemento de descodificación en el manejo de acceso, creación, registro y uso en general de la herramienta infotecnológica, que, en términos relativos y de competencia, es otro esfuerzo restador de eficacia en los circuitos del conocimiento.

 

No obstante, el factor más negativo y difícil de resolver a medio plazo en lo que se refiere a este tipo de información densa  tiene que ver con la creación de conocimiento y su consiguiente registro en los reservorios, por dos razones: a) Las sociedades en lengua española no priorizan la ciencia y la investigación, es decir, crean poco conocimiento nuevo; b) En cualquier caso, sus aportaciones mejores se registran en los reservorios de mayor prestigio, generalmente en inglés.

 

El campo de la educación representa una oportunidad cierta para desarrollar una red de reservorios en español, compatible con la situación expuesta en el párrafo anterior. Es una función muy noble y muy rentable tomar información noosférica y estructurarla en un formato didáctico destinado a potenciar el conocimiento de las gentes a través de Internet.

 

En resumen, los países que se expresan en español poseen por lo general un bajo perfil social de fluidez en el manejo infotecnológico, un perfil nootrópico (orientado al conocimiento) medio o bajo y registran su mejor información de alto contenido científico y cultural preferente en lenguas más prestigiosas que el español, pero si quieren jugar un papel en la economía moderna tendrán que ponerse las pilas, como muy expresivamente se dice ahora. Las empresas en la vanguardia de la economía actual se aplican estratégicamente a lo que llaman Gestión del Conocimiento. De forma semejante, la información en español de la que venimos hablando en estas notas, deberíamos tal vez plantearla como un reto político, económico y cultural de gestión del conocimiento.

 

Nota bibliográfica

 

Otros trabajos del autor sobre circuitos de información/conocimiento y noosfera:

1.        “La sociedad informatizada: Apuntes para una patología de la técnica”, Claves de Razón Práctica, 10, marzo 1991. También se puede encontrar en la página del autor: www.gsi.dit.upm.es/~fsaez/.

2.       “¡El conocimiento, estúpido, no la información!”, El Mundo, 13-9-2000. Se puede localizar en Internet, metiendo en cualquier buscador la clave “nootecnología”.

3.       “Sociedad de la información, comunidades nootrópicas, nootecnología”, ensayo incluido en el libro “Meditación de la Infotecnología”, Ed. América Ibérica, dic. 2000.

 

 

14 de noviembre de 2000